lunes, 29 de marzo de 2010

Rogelio de Egusquiza

                                

Rogelio de Egusquiza y Barrena (Santander 1845 - Madrid 1915), pintor, escultor y grabador, nacido en Astilleros, Santander. Culto y melómano, es un gran desconocido para el público. "El ilustre olvidado" le llamará Diego Bedia Casanueva, experto en arte, cuando aborde la figura de este personaje. Es escasa la biografía encontrada y apenas ha sido objeto de materia de investigación.

En un primer momento se dedica a la pintura de historia, dará paso al retrato de la alta sociedad y a escenas de género. En 1879 viaja a Munich para asistir a la representación de la tetralogía de "El anillo del Nibelungo" quedando tan impactado, que dedicará sus veinte años posteriores a la pintura wagneriana. Solo la dejará a final de siglo para concentrarse en el siglo de Oro español.

Está vinculado al Wagnerianismo madrileño.  Este pintor montañés fue admirador y amigo de Wagner. La obra del músico ejercerá enorme influencia en su pintura. Mantuvo relación personal con el compositor alemán y su mujer Cósima, siendo uno de los escasísimos españoles que logró entrar en la intimidad del círculo del Wagner junto a español el doctor José de Letamendi o Joaquín Marsillach. Se relacionó con pintores de su tiempo como Mariano Madrazo y Fortuny, Ricardo Madrazo, Beruete y Moret, Cecilio Plá... los cuales conocieron la obra de Wagner por Egusquiza.
La mayor parte de su obra wagneriana se desarrolló en París, donde fijó su residencia. Sus cuadros estudian la naturaleza del personaje e intentan transmitir su sentido y su estado anímico a partir de la expresión corporal.

Paloma Ortíz de Urbina Sobrino en su trabajo "La huella de Richard Wagner en la pintura española" dice de este personaje cultivado, polifacético y europeísta , y citando a Berruete, que "su temperamento y su competencia musical (tocaba el órgano y el piano e interpretaba las obras de su querido amigo) le inclinaron a la filosofía de Shopenhauer y a las artes alemanas, allá por el año 1876.
Su admiración por Wagner fue tal que le llevó a visitar  Bayreuth en 1879. Manteniendo a partir de entonces contacto con el compositor alemán. El "Parsifal" de 1882 marcó mucho su trayectoria pictórica. Mariano Fortuny y Madrazo dice que volvió de Bayreuth "completamente transformado y fascinado. Sólo veía armonías simples, líneas severas, entonaciones grises y austeras".
E igual que Wagner, se preocupó del tratamiento de la luz sobre la escena. Suprimir la iluminación inferior a favor de una superior, más espiritual. Son pinturas que evocan austeridad, recogimiento, soledad, concentración, pureza, espiritualidad.

Obras más significativas: Sus dos grandes lienzos, "Tristán e Isolda. La Vida" y "Tristán e Isolda. La Muerte", Retrato de Wagner, Retrato de Shopenhauer, y Luís II de Baviera. Diversos cuadros, dibujos y aguafuertes de personajes operísticos wagnerianos: Kundry, Parsifal, Amfortas, Titurel, El santo Grial... retratos y grabados de personajes célebres como Goya, Calderón de la Barca...


"La dicha y la tristeza de los dos, la muerte y la vida de los dos, todo ello estaba tan estrechamente entretejido, que lo que el uno padecía, el otro lo sentía. Lo que alegraba a uno, el otro lo percibía....Su tormento común era tan claramente visible en sus rostros, que se podían describrir indicios seguros de su amor en su aspecto exterior" Gottfried von Strassburg.



                                                         "Tristán e Isole. La Vida" Rogelio de Egusquiza
  
  
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